capítulo 12 - ensayar ensayos

 


en este mundo nuevo que vamos mencionando donde toda escritura está interpelada para bien o para mal con la irrupción repentina y universal de la Inteligencia Artificial, el género y forma que vamos a ver  en este capítulo toma una dimensión interesante

porque es nuestra condición de persona humana expresando una mirada lo que lo hace interesante y no su carácter informativo

porque es escribir -con algunas formas de aparente objetividad y explicativas que ya veremos- lo que YO pienso sobre un tema, es mí mirada

y este género, que a veces parece desaparecer pero siempre retorna por diversos motivos, es el ensayo

la etimología es interesante: La palabra "ensayo" proviene del latín exagium, es decir, el acto de pesar algo. Ensayar es pesar, probar, reconocer y examinar; es producto de la meditación, donde lo esencial es explorar, su sentido de audacia y su originalidad.

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todas las personas tenemos de alguna manera nuestra propia definición de las cosas, nuestra mirada personal del mundo

de los “grandes temas”: la vida, la muerte, el amor, el tiempo, la justicia

hasta de las cuestiones más cotidianas, por ejemplo qué es ser vecino de alguien

otra de las lindas invitaciones y desafíos de los tantos casi infinitos como decimos siempre hacia el escribir es expresar esa mirada

en un género muy especial que es el ensayo

a veces persiste una sensación que es la de que ensayos escriben solamente estudiosos, críticos, historiadores, personas del ámbito académico

pero con esa versión nos perdemos saber que es un género de escritura muy rico para cualquier persona, sea cual sea  su condición, su formación previa etc.

partiendo de una definición:

“El ensayo es un tipo de texto en prosa que explora, analiza, interpreta o evalúa un tema. Se considera un género literario comprendido dentro del género didáctico.

 

Las características clásicas más representativas del ensayo son:

 

    Es un escrito serio y fundamentado que sintetiza un tema significativo.

    Tiene como finalidad argumentar una opinión sobre el tema o explorarlo.

    Posee un carácter preliminar, introductorio, de carácter propedéutico.

    Presenta argumentos y opiniones sustentadas.

Un ensayo es una obra literaria relativamente breve, de reflexión subjetiva pero bien informada, en la que el autor trata un tema por lo general humanístico de una manera personal y sin agotarlo, y donde muestra cierta voluntad de estilo, de forma más o menos explícita, encaminada a persuadir al lector de su punto de vista sobre el asunto tratado. El autor se propone crear una obra literaria y no simplemente informativa y versa sobre todo de temas humanísticos (literatura, filosofía, arte, ciencias sociales y políticas...) aunque también más raramente de asuntos científicos.”

Qué pienso de la comida y de cómo nos alimentamos en la época actual?

Qué puedo expresar acerca del impacto de los celulares en la vida cotidiana?

Cómo escribiría lo que implica perder un ser querido para una persona o una familia?

Qué es la moda?

Qué es escribir?

Qué significa el arte en la vida de las personas?

y miles de etcéteras

El primer paso es reflexionar: encontrarse con la propia mirada acerca de una cosa o tema y explorarla mucho. Y después algo que es para mí una ejercicio hermoso: pensar escribiendo

(decíamos pensar con la lapicera – o pensar con el teclado)

una muy buena ensayista argentina recientemente fallecida, Beatriz Sarlo da una mirada sobre el arte del ensayo muy enriquecedora:

 


Todos los buenos ensayistas son escritores, en el sentido que Barthes dio a esa palabra. El ensayo escribe (y describe) una búsqueda. Su modelo podría ser la novela de Proust: escribir para encontrar, para mostrar las maquinaciones y dificultades a las que obliga seguir un rastro, los desvíos y desvaríos; no se escribe para contar lo que ya se ha encontrado: “Veo en mi pensamiento con claridad las cosas hasta el horizonte. Pero me empeño en describir solo aquellas que están al otro lado del horizonte”. El ensayista no dice lo que ya sabe, sino que hace (muestra) lo que va sabiendo; sobre todo, indica lo que todavía no sabe. En el ensayo se dibuja un movimiento más que un lugar alcanzado. Como la flecha del arquero zen, el ensayo es el trayecto más que dar en un blanco. Pero, a diferencia de la flecha, el movimiento discurre en varias direcciones, exploratorio, muchas veces incierto. Si hay alguna seguridad en el ensayo, ella, más que de su argumento, es un atributo de su escritura que se precave de una incertidumbre completa.

A diferencia del “tratado”, el ensayo no puede resumirse en sus partes. Estas se sobreimprimen, reaparecen sin sintetizarse, desapa- recen sin explicaciones. El plan del ensayo debe ser descubierto en sus restos, siempre dispersos a lo largo de un texto que a veces oculta su plan y a veces lo muestra sin cumplirlo. Una forma del ensayo es la pregunta, y su desenlace no necesariamente ofrece una res- puesta, sino una nueva pregunta, bordeando lo que no se sabe, que se ha ampliado como resultado en negativo: después del ensayo, un nuevo horizonte (para usar la palabra de Proust) desconocido. Otra forma del ensayo es la afirmación radical, cuya radicalidad, precisamente, desencaja los pasos argumentativos.

La incompletitud es su regla porque si el ensayo se completara, daría cierre a una forma que, en cambio, se caracteriza por desafiar la clausura, incluso cuando alguien (el escritor, el lector) se ilusiona con un cierre definitivo de la argumentación.

Tomando un famoso ejemplo de los hechos y dichos de la Revolución Francesa, Heinrich von Kleist escribió que pensamos mientras hablamos, no antes de hablar:



Después de la disolución de la última sesión de la Asamblea bajo la monarquía, el 23 de junio, cuando el Rey había ordenado que se disolvieran los Estados Generales, el maestro de ceremonias se apersonó en la sala de debates, donde la asamblea todavía continuaba, para preguntar si habían escuchado la orden del Rey. “Sí”, respondió Mirabeau, “escuchamos la orden del Rey”; estoy convencido de que con esta entrada en materia, llena de cortesía, todavía no se le había pasado por la cabeza la palabra “bayoneta”, que le serviría para concluir: “Sí, señor”, repitió, “la hemos escuchado”. Está claro que todavía no sabía lo que quería decir. “Pero ¿qué le permite a usted”, prosiguió –y justo en este punto se abrió la fuente de ideas no dichas–, “darnos aquí estas órdenes?”. Esto era lo que ne- cesitaba Mirabeau: “Es la Nación la que da las órdenes, y no hemos recibido ninguna de esa fuente”, momento en el cual se lanzó hacia la cima. “A fin de hacerme entender claramente” –y es aquí donde encontró lo que expresaba toda la resistencia de su alma–, “decid a vuestro Rey que no dejaremos nuestro puesto sino por la fuerza de las bayonetas”. Con esto, satisfecho de sí mismo, volvió a sentarse.

Como la famosa réplica de Mirabeau, el ensayo se piensa mientras se escribe o, por lo menos, deja la impresión de asistir siempre a la escena de un pensamiento en el momento en que ese pensamiento se está haciendo: “No somos nosotros los que sabemos; ante todo, la que sabe es cierta disposición de nuestro ser”.

y que además en otro párrafo nos remite a nuestra reflexión inicial en relación a la IA:

Así como no se resume en sus partes, un ensayo no se resume en sus hipótesis. Resiste el resumen y, como la poesía, cuando la cualidad ensayística es intensa, rechaza la paráfrasis. Parafrasear un ensayo es escribirlo mal o escribirlo mejor, nunca exponerlo de nuevo. No hay síntesis posible del ensayo. Puede ser sometido a la “explicación”, pero no puede ser reducido a sus ideas

(les recomiendo el artículo completo en el siguiente link)

BEATRIZ SARLO

me gustó una definición de por ahí del ensayo como “una poética del pensar”

otra estudiosa del ensayo literario Liliana Weinberg nos suma al respecto:

 

—Por mi parte estoy completamente de acuerdo con Adorno: el ensayo desenmascara toda falsa pretensión de objetividad y originariedad.  … En cambio el ensayista no oculta su toma de posición, su relación con la historia, con el presente, con la ideología y las estructuras de sentimiento de su época. El "yo opino", que resulta indeseable en un trabajo filosófico o científico, resulta condición necesaria en el ensayo, porque el ensayo hace siempre ostensible su punto de vista.

 

Considero que el ensayo representa una "poética del pensar": el ensayo recoge ante todo una forma de conocer activo, recoge el momento enunciativo del pensar, es un estilo del pensar y del decir. Al leer un ensayo asistimos, como decía Gaos, al pensar del pensador, al escribir del escritor, en un presente activo. He reflexionado mucho también sobre este "presente del ensayo", que es un elemento fundamental al que no se le ha dado la suficiente importancia. El ensayo nos conduce a la intelectualidad como vivencia sentimental (esto lo dice Lukács), al momento en que damos resolución estética a problemas epistémicos o éticos. Es una puesta en el presente vivo del acto de pensar y de representar el mundo.



Pero además de hermosas reflexiones como las anteriores podemos pensar más concretamente CÓMO LO ESCRIBIMOS

no hay formulas

(salvo cuando son para ámbitos académicos y deben cumplir con algunas normas, como la citación con reglas como APA u otras, y otros requisitos de forma: el abstract etc.)

si hay tips para formatos amables hacia el lector

 

Pero una estructuración muy sencilla se nos va aparecer casi naturalmente, sin que la tengamos que pensar y es la siguiente:

Partes de un ensayo

Para escribir un ensayo, es necesario tener en cuenta que consta de distintas partes:

·                    Título. Es una frase corta en la que se menciona el tema central. Puede ser una afirmación o una pregunta.

·                    Introducción. Se presentan el tema, el abordaje y el punto de vista del autor. Esta parte tiene que ser breve (generalmente, ocupa un párrafo) y debe ser interesante para captar la atención del lector.

·                    Desarrollo. El autor justifica con argumentos su postura. Para ello, puede incluir ejemplos, citas, otras hipótesis o teorías, resultados de investigaciones, entre otros.

·                    Conclusión. Se resumen los argumentos principales y la opinión del autor y se expresa una resolución de las ideas que se plantearon en el desarrollo.

 

Desde un punto de vista psicológico básico, expresar lo que pensamos y desarrollarlo en el lenguaje siempre es más saludable que guardarlo

esto nos ayuda a  mantener  viva una mirada crítica o mirada propia que nos evita repetir lo que se dice en los medios o el pensamiento pre fabricado

también un entretenido y apasionante enfocar el pensamiento en un objeto o tema y exprimir todas las facetas que se nos aparecen

por poner un ejemplo

digo la sal

es un compuesto de sodio que sirve para condimentar las comidas

podría quedar ahí

y empezamos a pensar que está presente en todo el mundo, en lo que afecta a la salud, en los alimentos que vienen con demasiado sodio, en la historia donde sirvió para conservar alimentos o o incluso como moneda de cambio, en la frase de cristo y de Charly García etc etc

Jugar con el pensamiento propio y de otros

relacionar libremente

animarse a una hipótesis propia y a que la simple ocurrencia forme parte de nuestro ensayo

habrá opciones para publicarlo: revistas, en las redes, en concursos de ensayos que los hay y muy interesantes, dentro de un libro propio mezclado con otros géneros etc.

valorar la propia mirada, no ceder ante la exigencia de “ser original”, no temer a los lugares comunes aunque sí saborearlos y repensarlos

tamizarlos en el colador de nuestro propio sentir y ponerle la música de nuestras palabras

temas hay muchos pueden tartar de algo cotidiano, algo social, un lugar histórico, cosas sencillitas como el amor y la muerte, la moda, una costumbre y miles más

ensayemos esa escritura disfrutándola


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