capítulo cuatro – qué ves cuando me lees… la imagen visual en la escritura poética
a veces las palabras son otros ojos, tanto
como los que llevamos en la cara nos permiten ver cosas que no están presente y
que nombran
si leemos
“un puente roto al borde del río al
atardecer”
de alguna manera lo estamos viendo, como si
tuviéramos un proyector de cine interno que traduce o convierte las palabras en
imágenes tan reales como la realidad misma
en la narrativa ya veremos en otros
encuentros esa característica permite el arte de describir, crear escenarios
para las acciones, climas y hasta mundos inventados
en el caso de hoy veremos la imagen en la
poesía, algo un poco más profundo y más allá de lo visual en las imágenes que
utilizamos
las imágenes, su fuerza y su magia también
nos acompañan desde la antigüedad
la frase «la poesía es pintura que habla y la
pintura poesía muda», de Simónides de Ceos, del año 500 antes de Cristo aprox.
daba cuenta
“Simónides asimila pintura y poesía
como si fueran fruto de una misma operación intelectual y produjeran «objetos»
de idéntico tipo, imágenes equiparables. El hecho de que en griego escritura y
pintura, escribir y pintar, se dijeran igual (graphê, graphein) sin duda
había de colaborar en esta asimilación. Como hemos visto, en la formulación de
Simónides se expresa una voluntad de reconocimiento de la poesía como producto
«artesanal», como obra material que resulta de la destreza del poeta. La
condición de posibilidad que permite a Simónides conferir a las obras del poeta
y a las obras de escultores y pintores una misma «realidad» es la escritura.
Las dos definiciones simonídeas explicitan el carácter visual-objetual, el
carácter icónico, que adquiere con la escritura la palabra, que queda
determinada por su naturaleza imitativa. La comparación entre pintura y poesía
tiene probablemente, entre otros objetivos, el de resaltar el componente de
artificio, de tekhnê,de las obras poéticas. Desde el momento en que
el poeta empieza a escribir sus composiciones, se hace consciente del elemento
manual de su labor. A pesar de la diferencia que para la mentalidad griega
separa la pintura o la escultura de la poesía, ésta pierde parte de su halo
divino desde el momento en que la escritura participa, y cabe pensar que cada
vez en mayor medida, en la creación del poema.”
pero además la imagen en la
poesía nos hace contemplar de otra manera que en la mirada realista de lo
cotidiano, por eso puede ser también una pintura, o por lo menos una lentitud
de mirar, tal como es la principal característica de la poesía antigua china:
CANCIÓN ANÓNIMA
Liu Yuxi (772–842)
poeta, filósofo y ensayista.
Las verdes ramas del sauce
apenas si conmueven la superficie
del río.
El canto del hombre conmueve el
corazón
de la mujer que está
en la otra orilla.
El sol sale en el este.
En el oeste, cae la lluvia.
¿Qué es lo que miramos en el
cielo?
¿una sonrisa?
¿o lágrimas de un alma
entristecida?
o este de Li Bai –Li Po- :
SENTADO, SOLO, EN LA MONTAÑA
ZHING TING
Los pájaros han tornado a sus
nidos en bandadas.
Perezosa, la última nube se aleja.
La montaña es mi única compañera.
Ni al uno ni al otro lado vernos nos cansa.
tal es así que muchos de esos
poemas iba acompañados de ilustraciones, en la que veríamos esas ramas del
sauce sobre el río
transmite esa “foto” de las ramas
pero también esa sensación de quietud, de un río casi quieto que se hace
metáfora del tiempo
solo nombra el color y la especie
del árbol, no es una descripción detallada pero nos hace ver esa imagen que
como encontraremos en el final del poema conduce a cierta melancolía:
¿Qué es lo que miramos en el
cielo?
¿una sonrisa?
¿o lágrimas de un alma
entristecida?
Si no fuera por el efecto poético
que todos tenemos para comprender ese uso de las palabras en el cielo solo
miraríamos nubes, o una planicie celeste o pájaros
la poesía nos hace ver una
sonrisa o lágrimas
--
En su esencia, la imaginería en
la literatura se refiere al uso del lenguaje descriptivo para crear
experiencias sensoriales para el lector. Es el arte de pintar con palabras,
permitiendo a los lectores ver, oír, oler, saborear y tocar el mundo
representado en el texto.
La palabra imagen ―procedente de
la latina imago y de la griega eikon utilizadas en la época clásica para
referirse indistintamente a cualquiera de las formas particulares de imagen
analógica (González Vázquez 1986:17)― se define en el Diccionario de la Real
Academia Española como una «representación», como «semejanza o apariencia de
una cosa» (RAE 1992, II:1142, «Imagen»). Se trata, por tanto, de un signo, de
algo que aparece en función o representación de otra cosa, ya sea ésta real o
imaginaria, y exista fuera o dentro de la mente de quien la produce o de quien
la percibe. En relación con el término imagen existen, al menos, dos
significados o «dominios», tal como los llaman Lucía Santaella y Winfried Nöth
en Imagen. Comunicación, semiótica y medios. El primer dominio es, según estos
autores, el de «las imágenes como representaciones visuales», al que pertenecen
diseños, pinturas, grabados, fotografías y también las imágenes
cinematográficas, televisivas, holo e infográficas. El segundo es «el dominio
inmaterial de las imágenes en nuestra mente», al que pertenecen las visiones,
fantasías, imaginaciones, esquemas, modelos y representaciones mentales
(Santaella y Nöth 2003:3). Lo que tienen en común ambos tipos de imagen, la
visual y la mental, que estudian la semiótica y la psicología o las ciencias
cognitivas respectivamente, es la relación de semejanza, parecido o analogía
que existe entre la imagen y lo representado, pues, como se ha visto, por
definición una imagen reproduce, imita o dibuja con mayor o menor fidelidad o
distorsión el objeto al que representa.
Además de los dos tipos de
imágenes mencionados, existe un tercer tipo de imágenes que son las verbales o
literarias, que podrían entenderse tal vez como un eslabón o un estrato
intermedio entre las dos anteriores, pues conservan el aspecto sígnico de
representación de otra cosa y el aspecto mental o cognitivo de la
visualización. El diccionario de la Real Academia define el término imagen, en
esta acepción, de la siguiente manera: «representación viva y eficaz de una
intuición o visión poética por medio del lenguaje» (RAE 1992, II:1142,
«Imagen»).
Ezra Pound, perteneciente al
movimiento poético del imaginismo, reflexiona también sobre esta posibilidad de
provocar la visualización mental a través del lenguaje y de la palabra,
denominándola fanopoeia. A diferencia de la melopoeia y la logopoeia, que
consisten en una saturación o sobresignificación del lenguaje por medio de la
musicalidad y de la unión y disposición de las palabras en el texto
respectivamente, la fanopoeia consiste, para este autor, en «proyectar una imagen
visual en la imaginación del lector» a través de las palabras (Pound 1934
(2000):44), proceso al que también describe como: «proyectar una imagen en la
retina de la mente» (Ibíd.:58) o «proyectar el objeto (fijo o en movimiento)
sobre la imaginación visual» (Ibíd.:69). Aunque Pound estudia en general el
método de la superposición de imágenes poéticas para conseguir este efecto, en
este caso concreto se refiere a las posibilidades de la descripción narrativa
que, en los textos de los mejores autores y
consigue pasajes que «no se borran con facilidad de nuestra memoria» y
que, por su especificidad y realismo, «no podemos creer que sean ficción»
(Ibíd.:58). Tanto en el caso de la hipotiposis como en el de la fanopoeia, la
visualización o la recreación de una imagen en la mente del lector se consigue
provocando en él una evocación que le remita tanto a la percepción pasada de
determinados objetos, gracias a las facultades de su memoria, como a la
generación mental de objetos nuevos, gracias a las capacidades de su
imaginación. Este acto de acercar el objeto evocado en el texto lo más posible
a objetos concretos o realidades percibidas se consigue ―entre otras formas―
mediante la inclusión en el texto del detalle, que con su abundancia y
minuciosidad permite crear o recrear en la mente del lector, gracias al
recuerdo y a la imaginación, objetos iguales o semejantes a aquellos alguna vez
percibidos por él. La inclusión y la utilización del detalle en el texto, que
tiene mucho de la técnica visual del zoom o de la cámara, se obtiene (como
mencionaban los retóricos clásicos) a través de las descripciones y
especialmente mediante la mención y la recreación de los aspectos plásticos o
visuales de lo descrito ―como la forma, el color, la luz o la iluminación, el tamaño
y la distribución de los objetos y sus partes― que remiten, en última
instancia, a la experiencia del lector y a su conocimiento del mundo.
La visualización, que puede
aparecer o no en determinados pasajes de los textos narrativos y poéticos,
resulta indispensable para la captación y comprensión de determinadas
expresiones poéticas contemporáneas y, lejos de ser una opción o un añadido
retórico u ornamental, se convierte en un apoyo conceptual necesario, en un
diagrama que actúa como un vehículo intermedio entre la letra y el sentido y
que permite al lenguaje contradecir la aparente paradoja de la creación de
imágenes sin imágenes.
Un artículo del poeta Pierre
Reverdy nos da una impresión acerca de
cierta magia que hay en las imágenes en la poesía:
“El movimiento poético es, pues, ese temerario
intento de transformar las cosas del mundo exterior, que tal como son seguirían
siendo extrañas para nosotros, en cosas más completamente asimilables y que
podamos integrar lo más íntimamente posible. Dentro de ese movimiento, nos
vincularnos más a las cosas y las acercamos a nosotros. Tal comunión está, más
que en cualquier otra fase de la operación poética, dentro de la misteriosa
formación de la imagen que entonces ocurre. Cierto, en poesía sólo existe la
imagen. Un poema no está compuesto exclusivamente de imágenes, aun cuando en sí
mismo constituya, en definitiva, una imagen compleja, inscrita, una vez
establecida, como objeto autónomo en la realidad. Pero la imagen es, por
excelencia, el medio de apropiarse lo real, con vistas a reducirlo a
proporciones plenamente asimilables a las facultades del hombre. Ella es el
acto mágico de transmutar lo real externo en real interno, sin el cual el
hombre no habría podido allanar nunca el inconcebible obstáculo que la
naturaleza le ponía por delante.
El poeta es un transformador
de potencias - la poesía es lo real humanizado, transformado, así como la luz
eléctrica es la transformación de una energía temible y mortífera en demasiada
alta tensión. El poeta sustituye lo real verdadero por lo real imaginario. Y es
el poder, son los medios de elevar ese real Imaginario a la potencia de la realidad
material, y de excederla transmutándola en valor emotivo, lo que constituye la
poesía propiamente dicha.
Sin este poder de sustituir
lo real por la imagen que tiene de él, y de establecer su mundo a partir de tal
imagen, y no sólo a partir de los datos exactos de lo real, el hombre habría
seguido siendo estrechamente su esclavo y su condición no habría podido
elevarse por encima de la de otros seres que viven o vegetan a su lado. Esa es
la razón por la cual es necesario ver en la poesía el más alto y eficaz medio
de liberación empleado por el hombre para llevar a cabo, pese a las
esclavizadoras exigencias de la naturaleza, su fabuloso destino.
El poeta no es, sin duda, el único
creador de imágenes, no es el único hombre que habla, y como el lenguaje es
imagen, todos los hombres son en cierta medida, sin darse cuenta, creadores de
imágenes - pero es el poeta, precisamente, quien se da cuenta y quiere expresar
por medio de la imagen. Es él quien decidió asumir la entera responsabilidad de
la función - de ese misterioso mecanismo que transforma una cosa real en otra
que no lo es, pero que, en el dominio propio del hombre, adquiere el mágico
poder, infinitamente útil, de hacerle más digna de vivir la realidad. Es él
quien, sensible a los rigores y al sabor de lo real más que cualquier otro,
capta, entre las cosas, los vínculos más justos, más lejanos, más misteriosos.”
y se nos habla de la metáfora de la cámara de
fotos en estas
palabras del texto de Allen Ginsberg “Escribir con la vista” equipara a la poesía
con la fotografía:
Escribir con la vista. Usar las
palabras como una cámara que registra encuadres interiores a través de los
exteriores. Al igual que una foto, cada poema es de algún modo una microfísica
de la percepción. Una ampliación del detalle.
*
Una poesía de tipo fotográfico,
apoyada en la dimensión visual del lenguaje, donde el poema deviene
un fotograma del instante decisivo. En 1915 Ezra Pound escribía: “La
imagen es más que una idea. Es un vórtice o un racimo de ideas fusionadas y
está dotada de energía”. En una poética fotográfica el poema extrae su potencia
de las extensiones energéticas de la imagen.
..
La poesía fotográfica es un
elogio de la superficie. Una apertura a la sensorialidad de los objetosa
través del subrayado de sus diversas texturas. La imagen fotográfica, como la
poética, nos empuja a intuir lo qué hay en y más allá
de las superficies significantes.
*
En poesía y fotografía todo
empieza con un encuadre. El poema como el encuadre verbal de una imagen, cuya
captura condensa la indecisión que existe entre todos los instantes en que se
divide el flujo de la realidad. El poema como una prolongación óptica de la
palabra.
*
La poesía fotográfica no se agota
en una voluntad descriptiva, ni es un mero instrumento de observación
(realista, naturalista, objetivista). Es más bien un proceso instantáneo de
implicación y transformación interior a partir de lo escrito con la vista.
..
Una poesía de tipo fotográfico
apunta deícticamente hacia qué y dónde mirar.
El poema como una ética de la visión. Montaje visual hecho de palabras, a
través del cual descubrimos qué aspectos reviste lo enfocado una vez vuelto
poema.
*
En estos fotogramas poéticos que
siguen a lo largo de cuatro entregas, se aborda la escritura del poema desde
una estrategia visual, que interroga lo que se presenta a la mirada sin
afectaciones retórico-formales que opaquen la idiosincrasia visual de
las cosas. En ellos la vista se anticipa a las palabras. La imagen
precede al pensamiento.
Ejemplos tomados de la web
Imágenes olfativas
- Un perfume a madurez en toda la pared. (Robert
Frost)
- Puesto que apliqué mis labios a tu copa llena aún,
y puse entre tus manos mi pálida frente; puesto que alguna vez pude
respirar el dulce aliento, de tu alma, perfume escondido en la sombra.
(Víctor Hugo)
Imágenes visuales
- La triste rejilla. Resplandor, y toda la casa
caliente. (Robert Browning)
- El triste viento pronto despertó, arrancó las copas
de los olmos por despecho, e hizo lo peor para disgustar al lago. (Robert
Browning)
- Son testigos, los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos. (Cesar Vallejo)
- El tiempo se agrandaba en los rincones, Se detenía
en torno al corazón. (José Agustín Goytisolo)
- Yo quiero que el viento se quede sin valles. Quiero
que la noche se quede sin ojos, y mi corazón sin la flor de oro.
(Federico García Lorca)
- La noche al monte sube. El hambre baja al río.
(Pablo Neruda)
- Tejidos sois de primavera, amantes, de tierra y
agua y viento y sol tejidos. La sierra en vuestros pechos jadeantes, en
los ojos los campos florecidos. (Antonio Machado)
- La Tierra tiene la actitud de una mujer con un hijo
en los brazos. Voy conociendo el sentido maternal de las cosas. La montaña
que me mira también es madre, y por las tardes la neblina juega como un
niño por sus hombros y sus rodillas. (Gabriela Mistral)
- Porque yo río como si tuviera minas de oro, excavándose
en el mismo patio de mi casa. Puedes dispararme con tus palabras, puedes
herirme con tus ojos, puedes matarme con tu odio, y aún así, como el aire,
me levanto. (Maya Angelou)
Imágenes auditivas
- Si buscas caminos, en flor en la tierra, mata tus palabras,
y oye tu alma vieja. (Antonio Machado)
- Sobre la nieve se oye resbalar la noche (Vicente
Huidobre)
- La niña sentada a orillas del lago, leyendo poesía
de su libro azul. Con pena, suspiros, recoge sus sueños. Los guarda entre
hojas de su libro azul. (Ramón Almagro)
Imágenes táctiles
- Es entonces cuando el cielo y yo conversamos con
libertad, y así seré útil cuando al fin me tienda: entonces los árboles
podrán tocarme por una vez, y las flores tendrán tiempo para mí. (Sylvia
Plath)
- Tú me quieres alba, me quieres de espumas, me
quieres de nácar. Que sea azucena, sobre todas, casta. De perfume tenue.
Corola cerrada. (Alfonsina Storni)
En ocasiones, volviendo a la
poesía, la potencia del poema está en la enumeración de imágenes:
¿Qué has visto hijo mío
de
los ojos azules?
¿Qué
has visto mi pequeño
querido?
Vi
un niño recién nacido con lobos salvajes
a su
alrededor;
Vi
una carretera de oro sin nadie
en
ella
Vi
una rama negra con sangre
que
seguía cayendo
Vi
un cuarto lleno de hombres
con
martillos ensangrentados
Vi
una blanca escala toda cubierta
de
agua
Vi
diez mil conversadores con las lenguas
todas
rotas
Vi
revólveres y espadas filosas en las manos
de
pequeñuelos
Y es
una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte,
Y es
una fuerte lluvia la que va a caer
Bob
Dylan
Como cuadros vivos entre la
percepción y la imaginación, las imágenes nos recorren todo el tiempo. Las
imágenes hechas con palabras tienen infinitas posibilidades de ser. En la
fotografía todos vemos el mismo árbol verde. En la frase el árbol verde y
tenebroso todos estamos viendo ese árbol creado a la forma de la mente de cada
uno.
pero además en la poesía las imágenes
se transforman y deforman como en los sueños, crean imágenes curiosas, a veces
no posibles en la realidad como este poema de Federico García Lorca y su
versión musicalizada, imágenes que cantan:
En
Viena hay diez muchachas,
un
hombro donde solloza la muerte
y un
bosque de palomas disecadas.
Hay
un fragmento de la mañana
en
el museo de la escarcha.
Hay
un salón con mil ventanas.
¡Ay,
ay, ay, ay!
Toma
este vals con la boca cerrada.
Este
vals, este vals, este vals,
de
sí, de muerte y de coñac
que
moja su cola en el mar.
Te
quiero, te quiero, te quiero,
con
la butaca y el libro muerto,
por
el melancólico pasillo,
en
el oscuro desván del lirio,
en
nuestra cama de la luna
y en
la danza que sueña la tortuga.
¡Ay,
ay, ay, ay!
Toma
este vals de quebrada cintura.
En
Viena hay cuatro espejos
donde
juegan tu boca y los ecos.
Hay
una muerte para piano
que
pinta de azul a los muchachos.
Hay
mendigos por los tejados.
Hay
frescas guirnaldas de llanto.
¡Ay,
ay, ay, ay!
Toma
este vals que se muere en mis brazos.
Porque
te quiero, te quiero, amor mío,
en
el desván donde juegan los niños,
soñando
viejas luces de Hungría
por
los rumores de la tarde tibia,
viendo
ovejas y lirios de nieve
por
el silencio oscuro de tu frente.
¡Ay,
ay, ay, ay!
Toma
este vals del "Te quiero siempre".
En
Viena bailaré contigo
con
un disfraz que tenga
cabeza
de río.
¡Mira
qué orilla tengo de jacintos!
Dejaré
mi boca entre tus piernas,
mi
alma en fotografías y azucenas,
y en
las ondas oscuras de tu andar
quiero,
amor mío, amor mío, dejar,
violín
y sepulcro, las cintas del vals.
habría
mucho más para decir de las imágenes en la poesía
el
cómo una imagen puede condensar en si misma tantas sensaciones y significados,
tanto que la frase popular “una imagen vale más que mil palabras” es
completamente aplicable a la poesía
esa
fuerza creadora que imprime a las imágenes una comunicación más allá de la
comunicación, una comunicación casi mágica capaz de restallar en infinitos
sentidos posibles ante cada mirada lectora que las encuentra
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