capítulo cinco – cómo se inventa una historia - para escribirla
es una
contaminación ambiental y espiritual
las
historias los relatos la narrativa la literatura intoxican el aire animal y nos
convierten en humanos inafectados de palabrerío
palabrerío
con el que captamos la realidad, o las realidades (un poco como fotografiando
como hablamos en el anterior)
y las
convertimos en una atractiva secuencia temporal que denominamos una historia,
un cuento, una narración una anécdota una crónica unas memorias
no hay
nada que no sea un cuento
si un
niño, un hijo o sobri nuestro enviamos a hacer un mandado al almacén eso ya es
un cuento
aunque
no pase
nada malo
digo
esto porque en nuestra visión “escolar” o tradicional de la narrativa para que
haya historia (para que haya cuento para que haya novela o haya obra de teatro)
tiene que haber sí o sí un conflicto
y un
poco sí, el conflicto es un gran ingrediente: engancha la mirada, busca
resolución buena o mala, crea climas..
pero no,
no es indispensable
hasta
puede ser un sutil mil conflictos silenciosos que están en todas las cosas
si en
el camino al niño otro niño le roba la plata y él no sabe si volver a su casa o
ir al negocio bueno eso es un suspenso generado por ese “conflicto”
pero si
no pasa nada así el solo ir, acordarse, tener un vínculo con los adultos, ver y
sentir un almacén los olores las alturas para un niño y volver contento también
es una historia
lo que
lo convierte en literatura no es un conflicto ni ninguna otra cosa que
sencillamente que lo escribimos
sí es
cierto le pondremos ingredientes a ese escribir y de eso se trata el juego de
este capítulo
lo
podemos contar de atrás para adelante
lo
podemos contar desde la voz del gato del almacén
lo
podemos contar desde un análisis de la
infancia
lo podemos
contar como un dios viéndolo
lo
podemos contar desde la voz mental del niño
todo
será relato
la idea
es jugar con esas posibilidades como
rompecabezas
-aquí
por lo menos en este capítulo no importa “el mensaje” de lo que escribimos- es
juego libre
un
ejercicio
escribir
un nacimiento y un entierro usando en el relato muchas veces la palabra
“abierto”
otra
manera es pensar –y esto es muy recomendable cuando se nos ocurren relatos
largos-
con
croquis
con
cuadritos
con
fotos y postales
ejemplo:
yo tuve con lucía un matrimonio de treinta años y lo quiero convertir en literatura
(no
documentar, que eso es otra cosa)
puedo
empezar por el día en que la conocí y tratar, que no es fácil , de avanzar
linealmente
o
hacer
cuadros escritos
lucía
sale del aula de la universidad y me mira, tenemos 17 años, lleva zapatos
gastados pero como va a los saltos parecen mágicos
lucía
me espera en la puerta de la clínica, su rostro arrugado cansado pero esconde
una sonrisa que quizá no tenga sentido
ya
hablaremos más detenidamente del ingrediente tiempo: que se puede invertir,
detener, acelerar en el relato
y de
los rompecabezas y collages que podemos hacer con cualquier historia
*
para
inventar una historia el punto de partida puede ser cualquier cosa: un cartel
de la calle, el color de la ropa de alguien que pasa, un “tema” en el que de
repente estamos pensando (la muerte, si existe o no el destino), un accidente
casero etc.
es un
requisito para disfrutar del arte de inventar y contar historias liberarse lo
más posible de las “pretensiones” – por ejemplo escribir un cuento perfecto –
dejarse
llevar por el juego, después en todo caso habrá tiempo de recortar o agregar o
cambiar de lugar y más
**
tomo
este interesante diálogo de internet para compartirles –entre personas, no IA-
“Quiero intentar escribir, pero ni siquiera se me ocurren
historias. Lo único que puedo hacer es inventar un rasgo de personalidad y
algunos temas que me parecen interesantes, pero eso es todo. Ni siquiera puedo
inventar una meta interesante para el personaje. He buscado estructuras de
historias y métodos para generar ideas, pero aún así no puedo hacerlo lol... Es
tan frustrante. ¿La solución es simplemente pensar mucho hasta que se me ocurra
algo?
¿Alguien me puede dar algunos consejos súper básicos y
quizás experiencias alentadoras?”
1º RESPUESTA:
Lo que sigue es una representación bastante básica de la
narrativa en la tradición occidental.
Empezás con un equilibrio; el status quo. El mundo está
normal. Después hay una interrupción. Una perturbación de algún tipo. El
protagonista se involucra con esa perturbación o la perturbación lo involucra a
él. En el clímax, hay un giro con respecto a la naturaleza de
la perturbación o la percepción de la perturbación. Después de
esto, el mundo vuelve a un equilibrio (algo diferente).
Digamos que tenés un perro. El perro está feliz y
satisfecho. Un día, su dueño no vuelve. Esta es la perturbación. El perro está
desesperado. Llama a la policía, pero no entienden sus ladridos. Visita a un
famoso perito en perros, pero resulta ser un fraude. Justo cuando ha perdido
toda esperanza, su dueño regresa. Y se revela que esto es lo que el perro pasa
todos los días mientras espera a su dueño. Al final, la policía aparece en la
puerta y no se ven muy contentos.
Esa es una historia bastante simple, pero lo entendés. Esta
fórmula se remonta a Aristóteles, con su estructura de tres actos (principio,
medio y fin). Freytag luego propuso una estructura de cinco actos con
exposición (el mundo en equilibrio), acción ascendente (el protagonista
responde a una complicación), clímax (el punto máximo de la acción), acción
descendente y desenlace (aliviando la tensión y devolviendo el mundo al
equilibrio). Tzvetan Todorov ha sugerido que el patrón de equilibrio,
desequilibrio y equilibrio (nuevo) se aplica a todas las historias en general.
Joseph Campbell argumentó que podemos pensar en esta estructura dramática como
un círculo: este es el viaje del héroe. Dan Harmon tiene su propia versión a la
que se refiere como el círculo de la historia, y Blake Snyder lo ha expandido
con su marco de "Save the Cat".
Aunque destaqué el giro inicialmente, esto no es
estrictamente necesario. Es solo que la gran mayoría de la gente ama los giros
y los espera. En el cuento corto, O'Henry es el autor de finales con giros más
famoso. Mirá "El regalo de los Reyes Magos" como ejemplo. James Joyce
fue pionero en el uso de la epifanía como recurso literario (ver: "Los
muertos"). En lugar de un giro argumental, el protagonista experimenta un
momento de comprensión/apreciación de la belleza casi religioso. Así que el
giro se internaliza, esencialmente; sigue siendo prácticamente lo mismo.
Incluso Aristóteles escribió sobre este recurso. Lo llamó
"anagnórisis": un momento en que el protagonista descubre una
información que lo cambia todo, como Edipo Rey al darse cuenta de que... bueno,
ya sabés.
¿Cuál es el punto de todo lo anterior? ¿Por qué son así las
historias? Bueno, es porque las historias tratan sobre el cambio y el
crecimiento. Tenés metas y tenés obstáculos. La humanidad puede sobrevivir y
prosperar en los entornos más improbables; somos expertos en adaptación. Esa es
probablemente la razón por la que hemos durado tanto tiempo (relativamente). Y
las historias nos han ayudado en nuestro viaje. Nos enseñan cómo lidiar con
varios problemas y cómo darnos cuenta de nuestro potencial interno. Nos enseñan
a crecer. A cambiar. Y es por eso que la estructura dramática se ve como se ve.
Porque el mundo cambia constantemente. Y tenemos que ser
capaces de cambiar junto con él. El equilibrio siempre estará amenazado por
algún tipo de perturbación. En fisiología, esto es análogo al proceso de
homeostasis (o quizás más exactamente: alostasis).
Si querés adentrarte aún más en el bosque de la narrativa,
la idea de resonancia podría serte útil. Algunas historias "encajan"
mejor con cierto período de tiempo. Resuenan con su público. ¿Por qué? Porque
todos tenemos un bagaje compartido de tensiones psicológicas y sociales. Hay
problemas en el mundo. Injusticia. Las historias pueden aprovechar este rico
reservorio y ofrecernos un alivio (ficticio). La frustración es inmensamente
útil para la comedia, por ejemplo. La mayoría de nosotros somos educados.
Dejamos que nuestra frustración burbujee en nuestro interior. ¿Nuestro vecino?
Una mala persona. Maleducado. ¿Nuestro jefe? ¡Un demonio disfrazado! ¿Nuestras
parejas? ¿Amigos? ¿Familiares? ¡Todas fuentes de frustración! En la comedia,
los personajes pueden hacer cosas que no funcionarían en la vida real. Pueden
actuar como idiotas, en nuestro nombre, y se siente bien. Como Larry David
en Curb Your Enthusiasm.
No podés tener poderes mágicos. No son reales. Pero los
querés, ¿verdad? Es por eso que la gente sigue leyendo libros sobre personas
que los obtienen. Pueden simular la experiencia a través del sensorio generado
por sus autores de fantasía favoritos.
¿Estás solo? ¡Bueno, aquí tenés un montón de amigos
ficticios!
¿Estás aburrido? No busques más: aquí tenés una jauría de
asesinos y psicópatas y la gente muy identificable que intenta llevarlos ante
la justicia.
Lo que resuena con la gente es un tema complicado, porque
todos somos diferentes. Pero siempre hay historias que están
"maduras" según lo que está pasando en el mundo. Y si tu historia
toca temas universales... bueno, mucho mejor.
Bueno. Eso debería darte algunas ideas. Estructura: el
proceso circular de crecimiento y adaptación. Contenido: metas/frustraciones
compartidas.
Consejo: pensá en el proceso de generar ideas para tu
historia como el mismo tipo de proceso del que hemos hablado. Te estás
dirigiendo al sótano de tu mente inconsciente para ver qué pasa. ¿Qué te
molesta? ¿Con qué estás soñando? Embárcate en un viaje heroico de tu ser
interior y regresa al mundo de los vivos con los tesoros que encuentres. Esa es
la búsqueda del escritor.
**
2º RESPUESTA:
¡Deja de intentar escribir una historia bien elaborada!
Escribe un recuerdo borroso.
Escribe una conversación que escuchaste en un restaurante
con poca luz.
Escribe instrucciones sobre cómo manejar tu auto por tu
vecindario.
Escribe sobre cómo es ir al súper después de saltarte el
almuerzo.
Escribe lo que ves cuando miras la foto de la boda de tus
papás.
Escribe todo lo que recuerdas del primer día de práctica de
atletismo en tercer año de prepa.
Tu vida está completamente llena de historias, conflictos y
personajes. Están en todas partes, todo el tiempo. Solo necesitas recordarlos y
escribirlos.
Algunos de esos te atraparán y se convertirán en un nuevo
proyecto. Muchos de ellos no lo harán, pero aún así se convertirán en partes de
otros trabajos. Y mientras más de estos escribas, más tendrás para trabajar en
el futuro.
OTRA:
Necesita práctica. Como trabajar un músculo. Una cosa que
puedes intentar es agarrar uno de tus libros al azar, escoger una oración al
azar y usarla como tu primera oración. Y trata de construir una escena a partir
de esa oración. No tienes que crear una historia completa a partir de ella,
solo una escena simple, una viñeta rápida. Date 10 minutos. No te preocupes por
la ortografía o la edición. El objetivo no es sacar una historia terminada,
sino ejercitar tu creatividad. Entrenar tu mente para encontrar potenciales
historias. Sí, puede que a veces tengas suerte con la inspiración, pero en
realidad la creatividad es algo que necesita ejercitarse regularmente, como ir
al gimnasio. (Y sí, no todas las oraciones que encuentres de esta manera serán
adecuadas, pero eso también es parte de la práctica: intentar encontrar la
historia en los lugares más inesperados.)
Y HABÍA MÁS
siempre interesantes y con buenas intenciones, les dejo el
link:
terminamos con un testimonio de la escritora Iris Rivera,
muy rico en cuanto a todo lo que nos genera humanamente el inventar –o ser
inventados por las – historias:
-Me parece que al principio creía que una historia se
inventaba. Que la inventaba el autor, quiero decir. Creía que el autor tenía
una idea y la desarrollaba, la iba llevando, conduciendo hasta el desenlace.
Pensaba que eso era eso lo que hacía un narrador, que eso era la literatura.
Más adelante pensé que también podía uno contar historias que habían sucedido
en «la realidad», con algunos condimentos que las hicieran más interesantes,
creí que hacer literatura podía ser también eso. Y por estos tiempos voy
pensando que uno se podrá parar desde esos lugares para escribir, pero que la
Literatura, con mayúscula, esa que es arte, pasa por otro lado. Me parece que
escribir no es inventar, sino crear. Cuando invento, voy delante de los
personajes diciéndoles lo que tienen que hacer. Entonces, un personaje
«inventado», como es obediente, hace lo que yo quiero. Y, por mejor que me
salga, es «de mentiritas».
Un personaje creado, en cambio, es de verdad. Y no todo lo
que sale de mi imaginación es de verdad, no, no. Un personaje de verdad, lo
primero que hace -como hizo Pinocho con Gepetto-
es sacarme la peluca y salir corriendo. No voy delante de él tratando de
inventar «a ver… y ahora qué le puede pasar». Voy detrás de él, ¡como iba
Gepetto detrás de Pinocho! Pero Gepetto trataba de atajar a Pinocho; el autor,
en cambio, no. A un personaje de verdad no lo puedo alcanzar, no lo puedo
agarrar de las orejas. A un personaje «de mentiritas» sí; lo llevo y lo traigo
como yo quiero. Y no importa si sigo escribiendo su historia o la abandono
(total, esa historia es un invento); pero si el personaje tiene vida soy
responsable de eso (de narrar eso). Crear un personaje es estar ahí, en el
momento en que toma vida (él la toma aunque nadie se la dé)… y no me va a ser
fácil dejarlo abandonado, justamente porque está vivo. Entonces vuelve,
reclama, pide, insiste para que su historia sea contada.
…
-¿Qué motivaciones te llevan a escribir cuentos
especialmente?
-Debe ser que me crié escuchando historias. Vengo de una familia
que, cuando se junta, cuenta chistes, cuenta cuentos. Y creo que, desde chica,
me era fácil saber si una historia estaba bien contada o no. Podía notar que el
«contador» elegía las palabras, que no las derrochaba, que manejaba los
silencios, los cambios de voces. Prestaba atención a eso. Me fascinaba lo que
se contaba (el qué), pero también la manera de contarlo (el cómo).
Si acaso existe esa inclinación a narrar, me
parece que la tengo. No en la oralidad, pero sí en la escritura. Y, cuando me
dejo llevar, la historia va naciendo a medida que es narrada. Por eso descubro
cosas que, antes de empezar, desconocía. Y no me refiero solamente a recursos,
secretos del oficio, sino a descubrir cosas acerca de esta cebolla de muchas
capas que es la cuestión de haber sido arrojados al mundo, como somos arrojados
los humanos, sin saber de qué se trata. Y con conciencia. Y más que eso: con
autoconciencia. Y más todavía: con la posibilidad de expresar nuestra
percepción de este enigma. Yo creo que una de esas maneras tiene que ver con
las palabras. Otras son la música, la danza, la pintura… Habría que nombrar a
todas las musas y me encantaría tener trato con tantas, pero tenemos una vida
sola, qué problema. De tener otras, ya sé en qué podría ocuparlas.
Escribir una historia viene a ser lo mismo que vivirla. Te
encontrás con las incertidumbres que los personajes traen y te van mostrando. Y
lo que vos hacés es narrar lo que hacen, las decisiones que toman, las que no
toman, lo que está fuera de su decisión, lo que no alcanzan a entender. Escribo
cuentos para entender qué le pasa a esa gente que los habita y los padece.
De repente te los quedás mirando, a ellos digo, a lo que
hacen y dicen… y es porque te mostraron algo que no esperabas: te hicieron
entrar en una capa más profunda de la cebolla. Venías cayendo en la historia
que contabas, como Alicia,
en la madriguera del conejo… venías cayendo sin saber hasta dónde y de repente
¡paf! Ahí estás, de cola en el piso. Y hay una botellita que dice «bébeme». Y
Alicia se la bebe. Y hay un pancito que dice «cómeme». Y Alicia lo come. Y te
volvés más chiquita o más grande, como Alicia, con Alicia.
Bueno, no sé… me parece que por ahí van mis motivos
y de Marcelo Figueras:
Lo que no va a cambiar nunca es nuestra dependencia y
nuestra necesidad de consumir historias. Básicamente, porque yo creo que es la
mejor manera de pensar que tenemos. Cuando hablamos de pensar, en general
apuntamos al pensamiento racional, pero yo creo que nosotros pensamos a través
de las historias. Y creo que somos infinitamente más sabios cuando pensamos a
través de las historias, que cuando tratamos de apelar a la lógica más fría. … Creo
que habría que subrayar esto, cuando repetimos esta definición sobre nuestra
especie, como la única especie que es capaz de pensar… bueno, de pensar a
través de historias, porque es muy distinto y creo que esto es lo que nos
define, porque las historias te permiten utilizar el pensamiento lógico y toda
la racionalidad que tenemos, pero a la vez es lo que te obliga a la empatía.
Uno lee historias para ponerse en la piel del otro, pero no puede pensar sin
ponerse más que en la piel de uno mismo. Entonces creo que todo lo que tiene
que ver con nuestra educación sentimental, y con nuestra mejor parte como
especie, (porque tenemos partes muy jodidas), se la debemos a esta compulsión a
contar historias, ver historias, armar historias...
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