capítulo 16 – bicho poema

 

 


 

el poema es más que un género una forma viva, una forma deformada pero que

al tiempo que es ruptura

(ruptura con el uso lineal ordenado del lenguaje en su uso común y utilitario de todos los días)

es encuadre

libera

pero contiene

entre su primer y última letra hay un mecanismo de engranajes sencillos complejos

cortos o largos

pero todo está dentro de ese principio y fin

de eso que uno a simple vista ve como un poema

puede compararse a una pieza musical

a un dibujo único *

a una disposición de sílabas por su sonoridad

a una columna

 

a veces pensado, con una composición racional elaborada simétrica corregida pulida

otras veces, la mayoría, tejido por un pulso intuitivo entre ese principio y ese final, como uan respiración irrepetible, como un suceso único del tiempo del espacio y del ser

el POEMA

 

leemos a Octavio Paz:

en

POESÍA Y POEMA  


Al preguntarle al poema por el ser de la poesía, ¿no confundimos arbitrariamente poesía y poema? Ya Aristóteles decía que "nada hay de común, excepto la métrica, entre Homero y Empédocles; y por esto con justicia se llama poeta al primero y fisiólogo al segundo". Y así es: no todo poema -o para ser exactos: no toda obra construida bajo las leyes del metro- contiene poesía. Pero esas obras métricas ¿son verdaderos poemas o artefactos artísticos, didácticos o retóricos? Un soneto no es un poema, sino una forma literaria, excepto cuando ese mecanismo retórico -estrofas, metros y rimas- ha sido tocado por la poesía. Hay máquinas de rimar pero no de poetizar. Por otra parte, hay poesía sin poemas; paisajes, personas y hechos suelen ser poéticos: son poesía sin ser poemas. Pues bien, cuando la poesía se da como una condensación del azar o es una cristalización de poderes y circunstancias ajenos a la voluntad creadora del poeta, nos enfrentamos a lo poético. Cuando -pasivo o activo, despierto o sonámbulo- el poeta es el hilo conductor y transformador de la corriente poética, estamos en presencia de algo totalmente distinto: una obra. Un poema es una obra. La poesía se polariza, se congrega y aísla en un producto humano: cuadro, canción, tragedia. Lo poético es poesía en un estado amorfo; el poema es creación, poesía erguida. Sólo en el poema la poesía se aísla y revela plenamente. Es lícito preguntar al poema por el ser de la poesía si deja de concebirse a éste como una forma capaz de llenarse con cualquier contenido. El poema no es una forma literaria sino el lugar de encuentro entre la poesía y el hombre. Poema es un organismo verbal que contiene, suscita o emite poesía. Forma y sustancia son lo mismo.

Objeto magnético, secreto sitio de encuentro de muchas fuerzas contrarias, gracias al poema podemos acceder a la experiencia poética. El poema es una posibilidad abierta a todos los hombres, cualquiera que sea su temperamento, su ánimo o su disposición. Ahora bien, el poema no es sino eso: posibilidad, algo que sólo se anima al contacto de un lector o de un oyente. Hay una nota común a todos los poemas, sin la cual no serían nunca poesía: la participación. Cada vez que el lector revive de veras el poema, accede a un estado a un estado que podemos llamar poético. La experiencia puede adoptar esta o aquella forma, pero es siempre un ir más allá de sí, un romper los muros temporales, para ser otro.

//

Al pasar por el terreno de las dfiniciones:

Se llama poema a un texto literario perteneciente al género de la poesía, de extensión variable pero tendiendo a breve. Suele contener una descripción subjetiva del estado emocional, existencial o de alguna vivencia del poeta. Pueden estar en prosa poética o en verso, y apegarse o no a las estructuras de la rima y de la métrica tradicional.

-es interesante porque si nos fijamos bien en esta definición, afortunadamente el poema puede ser básicamente cualquier cosa hecha con palabras

 

otra autora nos centra en ese terreno de lo intuitivo en el que “naturalmente” sabemos sin saber por qué siempre que estamos ante un poema:

 

Piedad Bonnett

Sólo diré que en el momento en que el poema se concibe suelen conectarse al menos tres estados de conciencia: la emoción (muchas veces aparejada a una sensación de descubrimiento o del re-descubrimiento de algo ya sabido), la intuición de que nuestra “visión” encierra una promesa de lenguaje además de un sentido,  y la convicción de que hemos entrado en contacto, así sea de manera efímera, con el misterio o con lo trascendente. Todos estos movimientos  internos tienen lugar en lo que Chantal Maillard –al acercarse al pensamiento de María Zambrano- llama la razón poética, que no es otra cosa, según ella que “una especial actitud cognoscitiva, un modo en que la razón permite que las cosas hallen su lugar y se hagan visibles”. 1

Para que el poema nazca se necesita, sin embargo, que ese primer impulso creativo se sostenga, persevere. A veces la escritura del poema espera para aflorar sólo horas o  semanas, pero también puede durar en suspenso meses o  años: se trata de un proceso de maduración que en cada caso tiene una temporalidad diferente. 

Y cuando el momento de escribir llega, porque la forma del poema ya se ha insinuado –así sea en forma parcial-  a la mente,  viene la toma de decisiones: escogemos el tono, la dirección, el tipo de lenguaje, etc. Nada de esto, por supuesto, será definitivo. En la escritura poética, como en cualquier proceso de realización artística, se hace camino al andar. Y ese andar, en el caso de la poesía, estará  siempre acompañado de una tensión extraordinaria que hace oscilar  al creador entre lo puramente racional (la voluntad, el conocimiento) y las oscuridades de su inconsciente.  Por una parte, y dado que el lenguaje poético exige desprenderse de las leyes estrictas del pensamiento racional para lograr encontrar  la hondura de lo no dicho, el poeta desata su pensamiento simbólico, su capacidad asociativa, y entra en un proceso de relación con su lengua –sea propia o adoptada- que lo lleva a violentarla hasta hacerla “hablar” de la manera más expresiva. Y por otra, y al mismo tiempo, mantiene  una rienda que tira y afloja: la de la reflexión sobre el acto de escribir, que nace en parte de la conciencia de que pertenece a un tiempo y a una tradición que puede perpetuar y (o) subvertir,  y la de unas referencias muy amplias y no necesariamente  literarias.

Hacer cuajar  intuiciones, pensamientos y  elecciones literarias en palabras equivale ya a un acto intelectual que supone un distanciamiento. Paradójicamente, el poeta se encuentra a sí mismo en su obra, pero también se aparta de lo que sabe de sí, pues el mejor poema, creo, es aquel que termina por revelarle algo no sólo al lector sino al escritor.

Intuición y razón se conjugan, pues,  en el arte de escribir. Y la tarea del escritor consiste en hacer mínima la brecha entre lo que se quiere y lo que se puede.

Finalmente: dos oídos tiene el poeta, uno para escuchar dentro de sí y otro para escuchar los latidos del mundo. Es en esa conjunción donde el poema florece como lo que es: una flor siempre extraña y siempre conocida. 

 

ARTÍCULO BONNET 

 

 

el poema esa una cosa:

que es una forma

un artefacto por dentro cargado de engranajes: sus repeticiones sus metáforas sus juegos de sonidos sus rupturas sus gritos sus preguntas y muchos etc.

es un compás de música

es un objeto

es una extraña mancha en la página casi tan irrepetible como una huella digital

es un canto y un susurro y tiene sus sugerencias sus indicios sus señales

es un cuerpo

un cuerpo vivo que re vive más al momento del encuentro con el otro y circula en ese cuerpo el flujo de células vibrantes de sentido, de imágenes en semilla, de impurezas puras, imaginaciones latentes

y eso que es  nada más que apenas un, mero, poema

//

En términos del pensador Gastón Bachelard:

Un breve poema, insiste, debe dar toda una visión del universo. Unos pocos versos son capaces de contener todo un mundo y toda una concepción del mundo: intimidad, misterio, espiritualidad, experiencias, sensaciones, emociones, objetos, fenómenos…Todo de manera simultánea. El secreto de toda gran poesía es lograr “inmovilizar” o “fijar” la vida en su devenir continuo. El poeta detiene el tiempo, nombra aquello que “permanece”. “Lo que permanece, lo instauran los poetas”. El hombre habita poéticamente esta tierra. 2 Aparece entonces el principio de simultaneidad. Un lugar, tiempo y espacio, donde los contrarios encuentran su unidad. Lugar donde el ser más desunido, más confuso y más contradictorio —el ser humano— descubre su verdad en la idea de la univocidad de su propio yo. Y todo esto se da en la poesía. Una concepción de la poesía que se niega a la duda, a la pregunta, al pensamiento mecánico y calculador. Una poesía capaz de producir un solo instante verdadero, un instante complejo lleno de riqueza y contradicción, que reúne múltiples simulta- neidades. Un instante capaz de interrumpir la continuidad de un tiem- po horizontal, que transcurre de manera sucesiva, pasando de un estado de ánimo a otro, sin mayor dificultad. Bachelard distingue dos tipos de temporalidades. Por un lado, existe un tiempo vertical, un tiempo detenido, donde se muestra lo que permanece. Éste se descubre en el poema. Es el tiempo propio de la poesía cuyo fin último es la verticalidad: profundidad o altura. Es donde el instante poético adquiere un nivel metafísico. Por otro lado, está el tiempo común y corriente. Un tiempo que fluye horizontalmente como “el agua del río” y como “el viento que pasa”. Tal es el tiempo de la prosodia. Un tiempo que pertenece a un espa- cio técnico, gramatical, que organiza sonoridades de forma sucesiva. Se refiere a un razonamiento de tipo explicativo, a lo que hace la prosa cuando describe o cuando narra los acontecimientos de una vida, de un amor, la historia de una sociedad o una cultura. Es el tiempo de “la vida que corre, lineal y continua”.

Por el contrario, el instante poético es complejo en tanto que reúne a los contrarios. Es sorprendente y familiar a la vez, porque se constituye a partir de una relación armónica de los opuestos. El poeta reúne razón y pasión. Toda gran poesía tiene una dosis de razón apasionada y de pasión razonada. Una exaltación dirigida, controlada de los sentidos, de las emociones y de la propia intimidad. Por medio de antítesis sucesivas y a través de múltiples contradicciones se llega al misterio y de ahí al éxtasis. Es entonces cuando surge el instante poético en su ambivalencia, en su profunda complejidad. El tiempo de la poesía sube o baja sin dejarse llevar por un movimiento lineal o sucesivo. El poeta habita en el centro de la contradicción. Su condición es, por definición, trágica porque se ve desgarrada por la ambivalencia de los contrarios; oscuridad y luz, noche y día, lo masculino y lo femenino, cuerpo y espíritu, se encuentran en un solo momento. El misterio poé- tico en su carácter de absoluto se nos revela en un espacio intermedio como tiniebla, como penumbra, como lo indeterminado.

 

*

es interesante considerar entonces al poema como instante, como un sello que atrapa en su forma un pedacito del misterioso tiempo

un pedacito ese al que no se puede volver de muchas otras maneras que con un poema

 

*

es importante NO tener nunca del todo claro qué es un poema

ya que puede ser tanto:

Amor constante, más allá de la muerte

Francisco de Quevedo

Cerrar podrá mis ojos la postrera

sombra que me llevare el blanco día,

y podrá desatar esta alma mía

hora a su afán ansioso lisonjera;

 

mas no, de esotra parte, en la ribera,

dejará la memoria, en donde ardía:

nadar sabe mi llama la agua fría,

y perder el respeto a ley severa.

 

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,

venas que humor a tanto fuego han dado,

medulas que han gloriosamente ardido,

 

su cuerpo dejará, no su cuidado;

serán ceniza, mas tendrá sentido;

polvo serán, mas polvo enamorado.

 

/

como este:

 

 

Mañana fría.
Voces de peregrinos
que se despiden.

Tan Taigui

 

(haiku japonés del 1700)

 

también es poema:

 

 

El miedo manda.

Habitamos un mundo gobernado por el miedo, el miedo manda, el poder come miedo, ¿qué sería del poder sin el miedo? Sin el miedo que el propio poder genera para perpetuarse.

El hambre desayuna miedo.
El miedo al silencio que aturde las calles.
El miedo amenaza.
Si usted ama tendrá sida.
Si fuma tendrá cáncer.
Si respira tendrá contaminación.
Si bebe tendrá accidentes.
Si come tendrá colesterol.
Si habla tendrá desempleo.
Si camina tendrá violencia.
Si piensa tendrá angustia.
Si duda tendrá locura.
Si siente tendrá soledad.

 

Eduardo Galeano

 

//

también

 

PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA

Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-

tal vez un jueves, como es hoy de otoño.

 

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y,
jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

 

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

 

también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos…

 

Cesar Vallejo

//

o Alejandra:

 

 

La palabra que sana

Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa.

 

//

 

y los “antipoemas” de Nicanor Parra

 

 

Para Nicanor Parra, la poesía existente antes que la suya perdió su contacto con la realidad, con la vida, y por eso plantea su actividad creativa como una empresa de destrucción de la literatura, para dotarla de nueva vida. Es la voluntad decidida de ruptura con el pasado y de renovación, al mismo tiempo. Pero el proyecto de Parra va más lejos, ya que no sólo intenta cambiar la escritura artística por otra, sino que pretende destruir toda la literatura, escribiéndola de nuevo. El proyecto antipoético sustituye la poesía por su reescritura. De este modo, la reescritura antipoética se realiza a través de la inversión y la satirización de los modelos textuales y extratextuales. El antipoema requiere un lector distinto al de la poesía habitual: un lector asociativo, relacional, que haga presentes diversos textos o elementos no literarios en la conciencia del lector.

Desde un punto de vista métrico, el antipoema combina versos regulares de variada longitud, creando un ritmo flexible, emulando el habla cotidiana. Se trata de poemas un tanto arbitrarios, pero dentro de los márgenes de las reglas de la poesía convencional, que incluyen el humor, el prosaísmo y el lenguaje, además de ser coloquial, se presenta como un espacio para que la poesía hable críticamente de sí misma.

 

Paisaje

iVéis esa pierna humana que cuelga de Ia luna
Como un árbol que crece para abajo
Esa pierna temible que flota en el vacío
Iluminada apenas por el rayo
De la luna y el aire del olvido!

 

//

 

en fin el poema es ese algo mutante que nos habita antes de surgir

también es un hacer o un dejarse hacer, como los sueños

despojado o retomando sus métricas sus rimas sus estrofas

sus versos de una sola palabra

sus desparramos ordenados o disueltos en la página

sus mensajes importantes o apenas diciendo nada

llenan nuestras cajas y cajones y cuadernos, saltan de los libros a apuñalar el corazón o a generar una sonrisa o a vestir de flores un recuerdo propio

surgen y brotan, emergen de golpe o se nos escapan, esos objetos vivos

nuestros

los poemas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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