capítulo 10 – “jugar a “ dominar el tiempo
[ El Tiempo vencido por la Esperanza y la Belleza --1627. Óleo sobre lienzo, 107 x 142 cm --Vouet, Simon --París, 1590 - París, 1649]
las palabras tienen una secreta y profunda relación de engranaje con el tiempo
al mismo tiempo que escapan al tiempo cronológico y lineal en un texto o en una obra –y podemos leer un poema escrito hace dos mil años
en su organización y funcionamiento no pueden existir sin tiempo
y a la vez en la magia de la poesía y la imaginación
podemos usarlas para detener el tiempo, o aceleralo, podemos revertirlo (que es imposible en nuestra realidad donde siempre es lineal hacia adelante yeso es fatal) podemos ir y venir en el tiempo
hacerlo chicle, pulverizarlo en un isntante o convertirlo en una eternidad sobrenatural (como es el tiempo de la fe)
El concepto de eternidad (del latín aeternitas), relacionado con el de inmortalidad, se refiere, popularmente, unas veces a una duración infinita y sin límites, y otras designan una existencia sin tiempo o fuera del tiempo.
En la vida hemos vivido esos momentos –felices o trágicos- en los que parece detenerse el tiempo o deseamos que se detenga: el pirmer beso de un primer amor, una despedida, el momento del parto de un hijo
Y también la relatividad: media hora en casa desayunando se pasa como un minuto y luego cinco minutos en el trabajo duran una eternidad
Uno de los poemas que con pasión romántica nos pone ante la detención del tiempo es A una urna griega del joven poeta romántico John Keats *
Tú, todavía virgen esposa de la calma,
criatura nutrida de silencio y de tiempo,
narradora del bosque que nos cuentas
una florida historia más suave que estos versos.
En el foliado friso ¿qué leyenda te ronda
de dioses o mortales, o de ambos quizá,
que en el Tempe se ven o en los valles de Arcadia?
¿Qué deidades son ésas, o qué hombres?
¿Qué doncellas rebeldes?
¿Qué rapto delirante? ¿Y esa loca carrera?
¿Quién lucha por huir?
¿Qué son esas zampoñas, qué esos tamboriles,
ese salvaje frenesí?
Si oídas melodías son dulces, más lo son las no oídas;
sonad por eso, tiernas zampoñas,
no para los sentidos, sino más exquisitas,
tocad para el espíritu canciones silenciosas.
Bello doncel, debajo de los árboles tu canto
ya no puedes cesar, como no pueden ellos deshojarse.
Osado amante, nunca, nunca podrás besarla
aunque casi la alcances, mas no te desesperes:
marchitarse no puede aunque no calmes tu ansia,
¡serás su amante siempre, y ella por siempre bella!
¡Dichosas, ah, dichosas ramas de hojas perennes
que no despedirán jamás la primavera!
Y tú, dichoso músico, que infatigable
modulas incesantes tus cantos siempre nuevos.
¡Dichoso amor! ¡Dichoso amor, aun más dichoso!
Por siempre ardiente y jamás saciado,
anhelante por siempre y para siempre joven;
cuán superior a la pasión del hombre
que en pena deja el corazón hastiado,
la garganta y la frente abrasadas de ardores.
¿Éstos, quiénes serán que al sacrificio acuden?
¿Hasta qué verde altar, misterioso oficiante,
llevas esa ternera que hacia los cielos muge,
los suaves flancos cubiertos de guirnaldas?
¿Qué pequeña ciudad a la vera del río o de la mar,
alzada en la montaña su clama ciudadela
vacía está de gentes esta sacra mañana?
Oh diminuto pueblo, por siempre silenciosas
tus calles quedarán, y ni un alma que sepa
por qué estás desolado podrá nunca volver.
¡Ática imagen! ¡Bella actitud, marmórea estirpe
de hombres y de doncellas cincelada,
con ramas de floresta y pisoteadas hierbas!
¡Tú, silenciosa forma, tu enigma nuestro pensar excede
como la Eternidad! ¡Oh fría Pastoral!
Cuando a nuestra generación destruya el tiempo
tú permanecerás, entre penas distintas
de las nuestras, amiga de los hombres, diciendo:
«La belleza es verdad y la verdad belleza»…
Nada más se sabe en esta tierra y no más hace falta.
Como si la pintura de este particular jarro hubiese logrado la magia de detener el tiempo pero conservando allí un amor vivo para siempre.
Y también como un razonamiento casi de niño –aunque lo tenemos también de grandes- desear mucho algo (el día de cumpleaños) y al mismo tiempo desear que no llegue porque cuando llegue se va a terminar
Hay un fabuloso poema de Borges acerca de esta fatalidad del tiempo –y acaso del destino que es otra cosa-
El porvenir es tan irrevocable
como el rígido ayer. No hay una cosa
que no sea una letra silenciosa
de la eterna escritura indescifrable
cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
de su casa ya ha vuelto. Nuestra vida
es la senda futura y recorrida.
El rigor ha tejido la madeja.
No te arredres. La ergástula es oscura,
la firme trama es de incesante hierro,
pero en algún recodo de tu encierro
puede haber un descuido, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha
pero en las grietas está Dios, que acecha.
hay algo de extrañamiento y algo de humor en ese “quien se aleja de su casa ya ha vuelto”, un mareo ante lo vertiginoso e inevitable del tiempo
(el mismo Borges que en otro poema escribe “un instante cualquiera es más profundo y diverso que el mar”)
*
“[...] Ocurre que el tiempo se me huye entre los dedos, no porque lo este perdiendo sino todo lo contrario, porque le pongo tantas cosas adentro que al final se me rompe como la red de Naylon cuando la sobrecargo de naranjas, y me quedo con un monton de piolincitos en la mano y docenas de planetas corriendo por el suelo.”
― Julio Cortázar , Cartas a los Jonquières
*
que también con magia o con poesía intentamos parar, detener, inmovilizar:
DETENTE, INSTANTE, ERES TAN BELLO
Como el joven Fausto seducido por Mefistófeles
al inclinarme sobre tu cuerpo
al besar tu sonrisa
al encender tus senos como faros de Alejandría
dije: "Detente, instante, eres tan bello"
y todo para mí era una ola precipitándose
sobre el tiempo
para volver el aire roca
para volver la sábana cielo
para volver el instante un siglo
y todo en mí era aspiración
la aspiración de retener lo pasajero
el ímpetu de atrapar lo fugitivo
más allá de Heráclito y sus revelaciones
y todo en mí era vocación de permanencia
estar y no pasar
fijar y no desvanecerse
como en el grito de Munch
la boca abierta sigue gritando
como en el retrato de la esposa de Giocondo
la joven sigue sonriendo eternamente
Hasta que comprendí
otra vez que soy mortal
que sos mortal
o sea fugitivas perecederas
frágiles volubles mutantes
y sólo queda entonces
el deseo.
El inmenso deseo de volver
a la sábana roja
a la tarde de sábado o domingo
al restaurante de luces y de espejos
siendo sin embargo más viejas
más antiguas
más sabias
o más cautas
para repetir el ruego del joven Fausto:
"Detente, instante, eres tan bello".
Mefistófeles faltó a la cita
y yo, Mefistófela, la escribo.
Cristina Peri Rosi
De La noche y su artificio, 2014
basado en esta apuesta de Fausto de Goethe:
FAUSTO
¿Qué podrás darme tú, pobre diablo? ¿Alguno de los
tuyos ha llegado a comprender alguna vez las altas
aspiraciones del espíritu humano? ¿Qué es lo que ofreces?
(…)
Si llega el día en el que pueda tumbarme ociosamente,
con toda tranquilidad, me dará igual lo que sea de mí;
si entonces logras engañarme con lisonjas haciendo que
me agrade a mí mismo, ese será para mí mi último día.
En eso consistirá mi apuesta.
MEFISTÓFELES
¡La acepto!
FAUSTO
Choquemos esos cinco. Si alguna vez digo ante un instante:
«¡Deténte, eres tan bello!», puedes atarme con
cadenas y con gusto me hundiré. Entonces podrán
sonar las campanas a difuntos, que seré libre para
servirte. El reloj se habrá parado, las agujas habrán
caído y el tiempo habrá terminado para mí
*
Con respecto a cómo se puede jugar con el tiempo escribiendo, es de mil maneras. En principio achicándolo o estirándolo
un micro cuento puede contar una vida en dos frases:
“Incapaz para la acción, su vida fue un continuo sopor, salpicado de siestas y breves cabezadas, sólo interrumpido por las horas del sueño nocturno.”
(David Roas)
a la vez que el Ulises de Joyce solo narra un día en unas 800 páginas –depende de la edición-
“Para Jorge Luis Borges, la empresa que Joyce se propuso es en apariencia modesta, narrar un día en la vida de Leopold Bloom. Pero un día en la vida de cualquier hombre tiene infinidad de cosas para registrar: percepciones, recuerdos, pensamientos, encuentros, en suma –dice Borges– en un día está presente el infinito, como en la paradoja de Aquiles y la tortuga y como –en al menos dos cuentos del propio Borges– Funes el memorioso y El Aleph.”
dejamos el tema de los viajes en el tiempo para cuando hablemos de ciencia ficción, aunque está incluído en las fantasías de dominio del tiempo por el arte –mencionando La máquina del tiempo de H G Wells que viaja al año 802.701)
para proponer un poco el juego podemos experimentar varias posibilidades –o imposibilidades-
narrar el presente en futuro:
me pondré la campera e iré a la escuela de arte, ese día estará lluvioso y frío, saludaré en la puerta, estarán las bailarinas
en un presente perpetuo:
las sillas están agrupadas, el cielo gris inmóvil, el aire detenido ante esas paredes, ella tiene los ojos abiertos curiosos, la hoja del árbol no sigue cayendo
en pasado puro:
en aquella ciudad había una vieja estación, allí se daban varios cursos de disciplinas artísticas, íbamos caminando o en remis, el piso era de madera
o muchas más, un recuerdo narrado en futuro:
esperaré a mi madre mirando por la ventana del jardín, llegarán otras mamás primero, me pondré nervioso o triste, finalmente veré su tapado naranja llegar, escucharé su voz en la puerta y correré hacia ella
jugar con el potencial:
recibiría un mensaje de ella, no me animaría a contestar rápido, lo escucharía varias veces, temblando dejaría el teléfono sobre la mesa y saldría al patio, la luna estaría algo oculta entre las nubes
y, entre otras muchas, una mezcla algo más surrealista:
ayer compraré el pastel que me vas a encargar mañana, estuve seguro de que no te gustará cuando lo probaste recién un año después. el día en el que caían pasado mañana lo que dejó caer tu mano que aun no nació, cosas que no pasan y aún así vuelven desde mañana como sueños por ser soñados
experimentamos en relatos y poesía y tal vez se nos puede aparecer como un recurso cuando necesitamos para contar escapar un poco del tiempo lineal –ya que no lo podemos hacer con la vida sí con palabras y podemos aprovechar-
y tal vez en algún recodo encontraremos por sorpresa ese otro tiempo afuera del tiempo que a veces está en la poesía, a veces en el amor o en el sueño o en el lugar y momento donde menos lo esperamos...
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